¡Hola, guapa!

Le han dicho de todo. Y ella nunca se ha quedado callada. ¿Cómo podría, si Magaly Medina ha creado todo un vocabulario y ha logrado infiltrarlo en nuestra vida diaria? Porque, ¿qué es un “figuretti” sino aquel o aquella que busca aparecer ante el ojo público a cualquier precio? ¿O un “ampay” sino el descubrimiento in fraganti de una conducta dudosa? Ese vocabulario ha sido una de las bases de un estilo televisivo inconfundible, y de una larga carrera en torno a la noticia de espectáculos, para exponer a esa farándula criolla a la que ella bautizó para siempre como “Chollywood”. Un estilo, por cierto, que ha tenido, y aún tiene, numerosos imitadores.

Esto, sin embargo, no es un programa de televisión; esto es un libro, y aquí no está el personaje de la pantalla, sino la persona, con su historia, con sus reflexiones, con su estilo de vida, ese que ahora cuenta también con miles de seguidores a través de las redes sociales. Porque, aunque confiesa haber luchado toda una vida contra la depresión, Magaly Medina es incansable, y siempre parece tener un proyecto entre manos. Esa y ella misma, no una imitación, sino la que se mira al espejo y se reconoce, es la que está aquí: nada más y nada menos que la firme.