El cine y el cómic siempre han tenido una unión especial que va más allá de ser una fuente de inspiración mutua. Ambos tienen, con sus peculiaridades, muchas similitudes a la hora de contar historias. Por eso, no es raro ver guionistas, productores o animadores pasar de un medio a otro y hacerlo con éxito. Esta vez es el turno de una actriz. Al igual que Keanu Reeves se atrevió con esa idea que dio lugar a la exitosa BRZRKR, ahora es Emilia Clarke la que se lanza al mundo del cómic con M.O.M.: Mother of Madness, una miniserie publicada por Image Comics que Planeta trae completa en este tomo, con la promesa de ir más allá.

Mother of Madness
¡El primer cómic de la madre de dragones de Juego de tronos, EMILIA CLARKE!
Pero la conocida como Madre de dragones (entre otros títulos) es inteligente y no se tira a lo loco con su idea, sino que, al igual que su mencionado compañero de profesión, sabe rodearse de buenas artistas, dejando el desarrollo del guion a una escritora conocida y reconocida como es Marguerite Bennett. La autora se ha prodigado por el cómic independiente como creadora de auténticas maravillas modernas como Insexts o Animosity, ambas en Aftershock y publicadas por Planeta. Obras de las que se pueden resaltar muchos aspectos positivos, pero que destacan por su buen tratamiento de los personajes femeninos y la contextualización que ofrecen en sus distintas sociedades, con Insexts centrándose en la Europa del Siglo XIX mientras que en Animosity habla del paso de una niña a la vida adulta en el post-apocalipsis. Ahora, en esta M.O.M.: Mother of Madness, ambas relatan una historia algo más real, enfocando una sociedad muy parecida a la nuestra, tanto que llegó a sorprender al salir por la utilización de mascarillas. Ese apego a la actualidad es lo que hace de este tomo algo mucho más especial que una simple historia de una persona con superpoderes.
Y es que M.O.M.: Mother of Madness es una historia con mucho corazón que relata nuestro día a día como personas por medio de Maya Kuyper, una mujer de veintinueve años y madre soltera. Maya nos habla directamente contándonos su vida, sus alegrías, sus dramas, sus sentimientos y sus frustraciones, mientras vemos sus relaciones con quienes la rodean, es decir, como a cualquier otra persona, trabajo, amigos y familia. Pero en todo momento la obra se muestra reivindicativa con una sociedad que dicta a Maya cómo tiene que ser y actuar en todo momento, sin poder salir de lo establecido. Pero Maya rompe en muchos sentidos con lo normativo, entre otras cosas porque tiene superpoderes. Así, esta madre, no solo cuidará de su hijo sino también de su ciudad, en una historia que tiene acción, misterio, diversión y algo de costumbrismo, convirtiéndose en una obra muy completa y agradable, a la par que necesaria.
Y se nota que es una historia hecha con amor. Reivindicar el feminismo, reivindicar la igualdad, se puede hacer de muchas maneras, pero por mucha violencia que pueda haber en sus obras, Bennett siempre ha sido una autora muy conciliadora que quiere, y logra, ser entendida. Que las emociones y sentimientos de las mujeres no sean vistas como algo extraño a encerrar en un cuarto. No, las dos autoras coinciden en querer divulgar todas esas sensaciones del día a día que nos hacen iguales, olvidarnos de tabús, aprender sobre lo que nos rodea, nos pasa y lo que hacemos a los demás, extendiendo su denuncia social a muchos sectores, como pueden ser la sanidad o la educación. Todo ello sin olvidarse de la diversión.
Pero queda el dibujo, pues Bennet y Clarke llegan con una Leila Leiz evolucionada que ha pulido su arte y se atreve con páginas que juegan con la narrativa, dando mucho dinamismo a la obra. Leiz ya había ido haciendo sus pinitos en Aftershock, con Alters o ya con Bennett en Horde, también publicada en España, pero aquí se ve que hay más confianza. Se ha soltado con diseños interesantes y hace ver que las creadoras le han contagiado ese amor por la historia y esa intención reivindicativa.
Es todo un placer ver cómo estas tres autoras se han encontrado en una obra como M.O.M.
Igor Álvarez Muñiz redactor de Zona Negativa