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Contraportada Peñas arriba

Peñas arriba

Sinopsis de Peñas arriba

Peñas arriba, publicada a principios de 1895, alcanzó un éxito inmediato por su capacidad de captar las dimensiones simbólicas de un paisaje, el de la montaña cántabra, que aparece contrapuesto a la vida sofisticada y mendaz de la urbe. En el frívolo y mundano Marcelo y en la relación que establece con su tío, el ejemplar don Celso, se cifra ese camino de regreso a lo natural.

En su edición para la Biblioteca Clásica, Laureano Bonet sitúa el "realismo regionalista" de Pereda en su contexto estético e ideológico (tradicionalista y antiliberal), ubica la novela en unas coordenadas europeas más amplias y le insufla, además, una mirada renovadora, de orden antropológico, que la aproxima a angustias de nuestro propio tiempo.

Para el establecimiento del texto se ha escrutado detalladamente el difícil proceso de redacción de la novela -interrumpida por el suicidio del hijo-, cuyo autógrafo se conserva, y se han tenido en cuenta la primera edición y la que se incluyó en las Obras completas del autor.

Ficha Técnica

Temáticas
Publicación17 abr 2024
ColecciónBCRAE
PresentaciónTapa dura con sobrecubierta
Formato12.5 x 20.5 cm
EditorialEspasa
ISBN978-84-670-7258-7
Páginas832
Código0010339756
Tinta texto interiorBlanco y negro

Por qué leer

Motivos para leer Peñas arriba

Edición canónica avalada por la RAE.

Nuevo título de la Biblioteca Clásica de la RAE, dirigida por Francisco Rico.

Sobre el autor de Peñas arriba

José María de Pereda

José María de Pereda (Polanco, 1833-Santander, 1906) pasó la mayor parte de su vida en Cantabria, espacio al que se vincula profundamente su obra literaria. Estudiante irregular, en 1852 se trasladó a Madrid para intentar el ingreso en Artillería, pero se sintió más atraído por la animada vida de la capital. Regresó a Santander en 1855 y empezó a colaborar en la prensa local y a escribir, sin demasiado éxito, obras teatrales. Su trayectoria se inicia con Escenas montañesas (1864), que le abrió las puertas de los periódicos madrileños y el contacto con escritores a nivel nacional. A principios del decenio de 1870 fue diputado carlista en Cortes, aunque acabaría regresando una vez más a Santander, donde sostuvo desde entonces una actividad literaria reconocida (El sabor de la tierruca, 1882; Sotileza, 1885, entre otras novelas suyas), con una reputación que se situó solo por debajo de las de Valera o Galdós. El suicidio de uno de sus hijos en 1893 lo marcó profundamente: tras completar con gran dificultad Peñas arriba (1895), escribió muy poco más. Fue miembro de la Real Academia Española desde 1896.

Retrato de  José María de Pereda

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