Queridos lectores,

México está salpicado de ciudades mineras fantasma. Esta descripción tiene un significado doble. Por un lado, hace referencia a lugares abandonados. Por otro lado, esas ciudades conservan los vestigios del colonialismo y sus excesos. Están llenas de fantasmas.

Cuando los españoles llegaron a México encontraron un tesoro de riquezas minerales, oro y sobre todo plata que podían extraerse en cantidades ingentes. En el siglo dieciocho, México era el mayor productor mundial de plata.

Las prósperas minas necesitaban mano de obra, y barata. La mayoría de los trabajadores empleados en esas ciudades eran indígenas a quienes se obligaba a trabajar en las minas mediante diversos sistemas (la esclavitud, la encomienda y el repartimiento se alternaron en distintos momentos), y a menudo sufrieron abusos y trabajaron en unas condiciones espantosas. Los indígenas que no trabajaban en las minas no se salvaban de los ataques de los españoles, ya que los expulsaban de las tierras que históricamente les pertenecían.

La guerra por la independencia que estalló en 1810 no liberó realmente a México y sus riquezas de las garras extranjeras, ni distribuyó de manera más equitativa esas riquezas. Después de los españoles llegaron otros poderes para hurgar en la tierra mexicana en busca de plata.

Las compañías mineras inglesas empezaron a llegar a principios del siglo diecinueve y se instalaron por todo el país, incluyendo en la ciudad de Real del Monte, en lo alto de las montañas de Hidalgo. Conocida también como la pequeña Cornualles, Real del Monte presume de una arquitectura de inspiración británica y de un cementerio inglés sacado de una película de la Hammer. Esta ciudad, que visité hace muchos años, es la que me sirve como referencia para las localizaciones de Gótico (Mexican Gothic en inglés).

Puede parecer un poco raro que una novela situada en México se desarrolle en una ciudad que los británicos explotaron y en la que imprimieron su personalidad. Pero ese es el legado irónico que ha quedado en toda Latinoamérica.

Para conocer un lugar hay que fijarse en la tierra. Lo que me contó la tierra en Hidalgo es que hay fantasmas y fantasmas. Los que se cubren con sábanas son mucho menos aterradores que los que han dejado los pecados de nuestros antepasados.

Gótico es una celebración de los elementos comunes de la literatura gótica, incluidos la casa siniestra e inhóspita, un hombre atractivo y peligroso, una familia con secretos y cosas misteriosas que hacen ruido por la noche. Pero también es una historia sobre otros fantasmas, los que quedaron allí como cicatrices en la tierra.

Silvia Moreno-Garcia

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