Entrevista a Víctor Santos (Fahrenheit)

Víctor Santos (Polar, El mar sobre el mar de las bestias) versiona una de las obras cubre de la ciencia ficción contemporánea para Planeta Cómic. Hablamos de Fahrenheit 451 del gran Ray Bradbury. Vamos a conocer un poco más sobre el proceso creativo de esta fabulosa adaptación a novela gráfica que no dejará a nadie helado.

 ¿Cómo surgió la posibilidad de adaptar este clásico de Ray Bradbury para Planeta?

Fue algo bastante sencillo, la verdad. El editor David Hernando me comentó que existía la posibilidad de adaptar el libro y me preguntó si estaría interesando, pensando que como se me vincula más a géneros como el negro o a la fantasía seguramente no sentiría mucha afinidad. Le contesté algo así como “¿Pero qué dices? ¡Si es una de mis novelas favoritas de todos los tiempos!” Así que estuve a bordo casi inmediatamente.

Me lo había leído tres veces por lo menos, así que no tuve que hacer un repaso muy exhaustivo, sobre todo lo revisé dividiéndolo por escenas y creando una especie de estructura. Pero los diálogos y los puntos importantes estaban muy frescos en mi memoria. No soy un gran fan de la ciencia ficción más hardcore, la más científica… Pero me gusta mucho la ciencia-ficción que funciona de manera más alegórica. Bradbury escribe casi cuentos de hadas o fábulas donde la excusa es la tecnología, pero lo realmente importante es el impacto en el ser humano. 

¿Cómo te documentaste para adaptar Fahrenheit?

Más que documentarme intenté incorporar elementos que encajaran con mi propia sensibilidad y que potenciaran visualmente las ideas principales de la novela. Es una obra escrita en los 50, por lo que mucho de la moda y la arquitectura que verás en el cómic tiene un toque retro… Las mujeres visten con vestidos de la época y la arquitectura tiene un toque brutalista, pero a la vez quería incorporar en los diseños elementos modernos como las tablets o los cascos inalámbricos.
Curiosamente nunca había visto la adaptación cinematográfica de Truffaut  del 66 ni la más reciente de HBO, así que aproveché esa circunstancia para ceñirme únicamente a lo que me sugería el libro, sin ninguna idea visual previa.

¿Cómo fue el proceso de diseño de los personajes sin un autor original con el que poder contrastar tus propuestas?

Una vez la familia de Bradbury aprobó la propuesta que mandé, tuve libertad absoluta, así que me guie por mi instinto. En la novela no hay descripciones muy exhaustivas de los personajes, salvo algún color de ojos o pelo. El autor hace mucho énfasis en el carácter y las emociones de los personajes. La mirada triste de Montag, la alegría inquebrantable de Clarisse, el carácter abusivo del capitán Beatty. En ese sentido trabajo de manera similar a la animación donde los personajes recuerdan a formas geométricas y son visualmente muy distintos entre sí. Quería que el contraste emocional se reflejara en el físico de los personajes.

Sin duda lo más difícil fue el diseño del traje de bombero con su pistola, su casco y su depósito trasero porque quería algo atemporal, que no fuera de ninguna época en concreto pero que a la vez pareciese algo de uso cotidiano, no una tecnología súper-futurista… Hice un montón de versiones antes de dar con una que pensara que podría funcionar.
No solo tienes un estilo muy personal y reconocible, sino que cada página que hemos visto es diferente a la anterior. ¿Cómo decides la arquitectura de cada página en cuanto al número de viñetas, si será una splash page, etc?

Por un lado, quería usar una narrativa sobria y accesible donde los personajes pudieran expresarse emocionalmente, es una obra con muchos diálogos entre dos personas, confrontando puntos de vista a menudo opuestos. Así que había que hacer que esos diálogos fueran fáciles y agradables de leer en un medio visual como el cómic. Conseguir un equilibrio entre hacerlo todo demasiado soso o demasiado recargado. Y por otro lado, la novela tiene tres, cuatro momentos absolutamente desgarradores y ahí debía remarcar mucho esa importancia, hacer que esas escenas previas sobrias desembocaran en esos momentos dramáticos de manera natural.

Además, intentaba utilizar el espacio de la viñeta para marcar las relaciones entre los personajes, si observas bien es muy importante cuando dos personajes comparten espacio o están hablando en viñetas separadas. Estas cuestiones son un poco quebradero de cabeza, pero a la vez es lo que más me apasiona del medio.

¿Cómo fue el proceso de selección de la portada y por qué se acabó escogiendo la que fue la definitiva?

Quería marcar una distancia con otros de mis comics y hacer una portada muy diferente. Tenía varias ideas, pero sobre todo la imagen que tenía en la mente eran las portadas de las viejas novelas de los 70-80, los típicos libros viejos de bolsillo polvorientos que te encuentras revueltos en un cajón en una feria del libro de ocasión. No me fijé en un autor concreto, sino que intenté recordar esa sensación (los colores, las texturas…). Hice varias imágenes de los bomberos con el uniforme que tanto me había costado diseñar e intenté imaginar cómo aparecerían en un libro de esa época.

¿Cómo te repartiste la jornada laboral para desarrollar la novela gráfica?
Por necesidades editoriales y un poco también por lo singular del proceso, ya que era mi primera adaptación de un libro, no trabajé de mi manera habitual. Normalmente yo suelo trabajar en grupos de páginas (por ejemplo, diez o quince) y las hago enteras (lápiz, tinta y color). En este caso, hice cada etapa con todas las páginas de un tirón. Primero el guion, luego todo el lápiz, luego hice una rotulación de prueba para ver que encajaba y cabía todo, una especie de primera versión del libro que ya podía leerse… Y luego ya toda la tinta y el color finales. Lo bueno es que pude reescribir y retocar los diálogos durante todo el proceso antes de entregar la versión final.

Además de este libro, ¿qué otras obras salvarías de una hipotética hoguera en un posible futuro distópico?

En la propia novela gráfica verás que he aprovechado que tenía que dibujar montones de libros para meter algunos de mis títulos favoritos. No podría elegir, hay montones y de todo tipo y cada día te diría diez diferentes. Ahora mismo te podría mencionar Los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift, Cosecha Roja de Dashiell Hammet, La Carretera de Cormac McCarthy, Drácula de Bram Stoker y mucha Agatha Christie, H.P. Lovecraft, Philip K. Dick y Arthur Conan Doyle.
Pero bueno, creo que en general ningún libro, por horrendo que sea, merece ser quemado. Hasta de los peores libros se aprende, aunque sea a cómo no escribir.

OTRA ENTREVISTA A VÍCTOR SANTOS EN CASA DEL LLIBRE PASSEIG DE GRÀCIA