Klavdij Sluban nos ofrece su visión particular de unos paisajes áridos y grises, donde incluso la nieve pierde su color natural. Más allá de Europa, en Asia, Rusia, Mongolia y China, el autor nos muestra, veinte años después de la destrucción del muro de Berlín, un este poblado de parajes desolados, en los que la presencia humana es anecdótica, apenas intercalada en una realidad dura e imperturbable que da la espalda cualquier aliento de vida.